Pequeña crónica de una elección en el Abasto

Por Leandro Falcón - No hay mejor manera de entender el proceso democrático que sumergiéndose en las aguas del sufragio colectivo. La tarea de la autoridad de mesa no solo proporciona un asiento de primera fila en el proceso de votación y en la cuenta misma de las boletas, además lo pone a uno en contacto con aquellos pequeños detalles y vicisitudes que hacen al encanto de la elección popular
Los aspectos más curiosos del rito colectivo de la democracia, poco y nada tienen que ver con los candidatos. El interminable catálogo de anécdotas de elecciones perdidas en el tiempo, la creatividad de los votos nulos (que introdujo en los sobres desde un billete de 50 pesos a una feta de longaniza), los alcances de la paranoia por la gripe porcina, la sorpresa de los más pequeños y la asombrosa similitud entre los resultados de una mesa y lo que dicta el boca de urna, pintan de color local al proceso democrático y lo alejan de las gastadas promesas de cambio y mentiras de siempre.
La experiencia cansa, la gente se pone nerviosa, las filas se hacen interminables y los números de conteo parecen no cerrar nunca; pero involucrarse en lo que es el método de elección de representantes desde un lugar completamente apolítico e imparcial, sabiendo que se hace por el bien de todos y en pos de una elección justa, puede servir paracontribuir un granito de arena al muy deteriorado sentimiento patriótico general.





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