Curiosos reclamos ante la Secretaría Electoral
Por Florencia Martori - Cuando se acercan las elecciones, la Secretaría Electoral de la Capital Federal atraviesa todo tipo de situaciones extravagantes, simpáticas y hasta trágicas.
Uno de los casos ocurrió la semana pasada cuando una mujer de mediana edad entró en el edificio y estalló en llanto. “Nos contó que necesitaba cambiar con urgencia del colegio donde le había tocado votar, porque era donde habían violado y matado a su hija”, recordó Fernanda, unas de las empleadas de la Secretaría.
En seguida le explicaron que eso no era posible porque los padrones llevan meses de trabajo para ser armados y una vez que están impresos resulta imposible realizar el movimiento de una persona de un instituto a otro.
Pero la mujer suplicaba el cambio de escuela ya que volver al lugar de muerte de su hija significaba para ella un sufrimiento.
Luego de elevar una nota con el pedido, el trámite fue posible y la mujer votará el domingo en otra escuela.
Para localizar la Secretaría Electoral en el frío Palacio de los Tribunales porteños hay que preguntar más de una vez, ya que está casi oculta, mientras cientos de abogados de traje inspeccionan a los nuevos visitantes e intimidan con la mirada.
Una de las tareas de la Secretaría sucede durante el día de la elección y es el control de los comicios. El personal se organiza en grupos en las Comisarías de la Capital Federal y recorren los colegios de cada zona para corroborar que todo ocurra en orden.
“Es divertido porque viajás en patrullero, y cada vez que bajas la gente mira raro”, comentó Fernanda mientras sonreía.
En las elecciones de 2007, mientras realizaba esa tarea, se encontró con que en una de las mesas de un colegio había por presidente un fiscal.
“El fiscal no es objetivo, porque como pertenecen a partidos pueden meter algún voto de ellos o sacar otros, así que lo dije en voz alta para que la gente se diera cuenta, y entonces el tipo se agarró de la urna y gritando decía que no la iba a soltar. Alguien hizo la denuncia y lo detuvieron pero no lo podían separar de la urna, y mientras esto ocurría la gente se ponía nerviosa e insultaba porque lo único que les importaba era votar e irse aunque no se estuviera haciendo correctamente”, recordó entre risas.
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