Demoras en los registros lo dejan sin su primera votación
Por Gabriela Ramírez - Bruno es uno de los tantos adolescentes sumados este año al padrón electoral para votar por primera vez el domingo 28. El día para él podría ser similar al resto de los jóvenes de entre 18 y 19 años, salvo que no podrá sufragar por no tener su DNI a tiempo.
El documento, renovado hace poco, tuvo poca duración. Una noche de Mayo volvió de un boliche y dejó la ropa para lavar sin advertir que lo tenía en un bolsillo, y al otro día no quedaba más que un montón de papel apelmazado en el lavarropas.
El lunes a primera hora concurrió al Centro de Gestión y Participación (CGP) de Villa Urquiza pero no tuvo respuesta, y tampoco en los días siguientes, puesto que todos mencionaron que debía pedir un turno por Internet.
Una vez frente al monitor descubrió que los turnos se daban para Julio, y al consultar telefónicamente al Registro Nacional de las Personas, la respuesta fue que no había horarios libres por la demora, y que con una denuncia policial no podía votar.
El café está servido y los ojos marrones de Bruno se pierden en unos minutos de silencio luego de narrar las idas y venidas que protagonizó las semanas anteriores para salvar su problema.
Dice que lo que más esperaba este año era saber “qué se siente votar”, y cuenta que no siguió las campañas electorales sino que se informaba por televisión de algunas propuestas sin profundizar en ninguna, ya que igualmente no podrá participar o elegir por alguna de ellas.
Viene a su memoria, entre sonrisas, el primer voto de su hermano mayor y cuando, acompañado por sus padres, esperó ansiosamente su salida para aplaudirlo.
Asume que quizás el no sufragar se vuelva un alivio cuando no tenga que levantarse más temprano para concurrir al cuarto oscuro, y afirma que “lo que pasó es un bajón, ya está, no puedo hacer nada contra la burocracia”.
La mirada de Bruno vuelve a la charla y se aleja unos segundos, quizás queriendo encontrar en su mente las palabras justas para expresar lo que siente.
La primera definición elegida es “bronca”, pero luego desliza “indiferencia”: “Al final, es lo mismo ir a votar o no, ir a hacer la denuncia en la Comisaría o no. En este país nunca pasa nada, y eso ya es cosa de todos los días”, sentencia.
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